viernes, 30 de octubre de 2009

Hace falta una clave para que gusten algunos libros

Me preguntaba un comentarista ocasional del blog en el anterior post, sobre el interés de la trama de una novela que no me había gustado, a pesar de ser de una buena escritora.

Esto me ha hecho pensar en que a veces, además del momento adecuado, algunos libros necesitan una "clave" para que gusten.

Hace un tiempo cayó en mis manos "La mujer de Andros" de Thornton Wilder.


Es una novela breve, que leí con gusto. A los pocos días me preguntó alguien si me había gustado, y no supe responder. Lo cierto es que no sabía si me había gustado o no. Simplemente la leí y me pareció que tenía interés.

Poco después, hablaba con un amigo que acababa de leerla y le había encantado. Como su opinión me merece respeto, le pregunté por qué le había gustado. Me dijo más o menos:
"Fíjate cómo en pocos trazos, te mete en un mundo absolutamente distinto del actual, en el que inmediatamente te sientes cómodo y entiendes las reacciones de los personajes. No le hacen falta grandes descripciones. Eso sólo lo hacen los buenos escritores".
Tenía razón. Me había dado una clave. Sólo entonces me di cuenta de que sí me había gustado el libro.

lunes, 5 de octubre de 2009

Un libro que al recordarlo gusta más.

Me ha gustado este libro. Escribo esto cuando han pasado unos días desde que lo acabé (es bueno dejar reposar las cosas), y veo que he ido modificando -cada vez a mejor- mi opinión sobre él.

Leí “La fórmula preferida del profesor” con gusto, aunque en algún momento me pareció una historia demasiado sencilla y un poco “surrealista”.

Los protagonistas me los imaginaba como japoneses, con una cultura diferente de los occidentales, y me sorprendió un poco la similitud de algunas cosas, pero es que realmente la historia es válida para todos.

Las matemáticas, tal como lo plantea el libro, me parecen también muy interesantes: metidas en la vida corriente, pero recalcando su carácter de misterio que se va descubriendo, de algo que nos supera o que, en expresión del protagonista, son como “el cuaderno de Dios”.

Un profesor cuya memoria sólo dura 80 minutos, y las repercusiones que eso tiene en las personas que se relacionan con él... me ha hecho pensar (también al comentar el libro con otras personas) que se puede mirar desde otros puntos de vista.

La sensibilidad de una asistenta que tiene que hacer compatible su trabajo con la educación de su hijo, también es una situación muy común a muchas personas.

No sabría decir unos motivos claros por los que me ha gustado este libro de Yoko Ogawa, pero entiendo más por qué ha sido un fenómeno editorial en Japón, y por qué gusta en los países en los que se está vendiendo ahora.