martes, 31 de mayo de 2011

Montañas como islas

Cuando llevaba diez páginas leidas, sabía que este libro me iba a gustar. Lo que no sabía todavía es que me iba a gustar tanto.
Es como entrar en otro mundo, en el mundo de un niño de cinco años que durante la Depresión americana es cuidado por sus abuelos Cheroquis en las montañas. Así comienza la novela, mueren sus padres, y "Pequeño Arbol" se va con su abuelo.


Este principio sugiere un montón de historias, pero la que refiere Forrest Carter en "Montañas como islas" es sin duda cautivadora.

Un libro para aprender de la vida sencilla, para valorar unos aspectos de la naturaleza que pueden considerarse perdidos hoy día en la mayor parte de la civilización occidental.
Es una historia en la que pasan pocas cosas, que hay que leer sin prisas, y que hace pensar, reir y llorar.
Un redescubrimiento de la bondad del hombre, del valor de la familia, de la posibilidad (o imposibilidad) de situarse fuera de los cánones sociales reconocidos.
Me ha parecido un libro útil, que aporta, y que deja buen sabor de boca.
Como sé que hay muchos lectores del blog que participan en clubs literarios, lo recomiendo también como una buena novela para ese ámbito, pues tiene diversas lecturas, pocos personajes y unas cuantas situaciones muy aptas para ser comentadas.

martes, 17 de mayo de 2011

Una pequeña novela interesante

Los buenos escritores son capaces de sacar una novela interesante de una situación habitual, de una relación en apariencia anodina, o de una historia que pasa desapercibida incluso cuando la conoces.
Este es el caso de Edith Wharton con su novela "Las hermanas Bunner".

Dos hermanas que regentan una mercería en un barrio humilde de Nueva York a principio del siglo XX.
Como sucedía entonces en los pequeños comercios de ese tipo, viven juntas en una habitación en la trastienda, y su vida está totalmente dedicada a sacar adelante el negocio que es la única base de la subsistencia familiar.

Las dos hermanas, a las que ya no se puede llamar jóvenes, han vivido siempre en ese entorno cerrado y dedicadas a lo mismo día tras día, lo que conforma una relación y un modo de ver la vida necesariamente monótonos pero, precisamente por eso, adquiere una importancia increíble cualquier pequeño acontecimiento.

En el caso de la novela se trata de la adquisición de un reloj, que lleva a pensar en el tiempo que transcurre, a conocer al relojero y a una historia de amor y renuncia que tiene poco que ver con lo que se suele leer en otras novelas.

Edith Wharton escribe y describe magistralmente. Esta pequeña novela te va llevando a vislumbrar y valorar el interior de unas personas que aparentemente son tristonas y aburridas.
Ah!, y tiene un estupendo prólogo de Soledad Puértolas, que he leido a pesar de que nunca leo los prólogos largos.

domingo, 8 de mayo de 2011

El rector de Justin

Es una novela de Louis Auchincloss que he leído con interés y me ha parecido estupenda.

El personaje alrededor del que se va tramando la novela es Francis Prescott, Rector de un colegio privado de Nueva Inglaterra (St. Justin Martyr), fundado por él mismo, que ha conseguido situarse como uno de los mejores de Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX.


Prescott es un tipo admirado y controvertido, con un aura de leyenda entre sus antiguos alumnos que van haciéndose un hueco entre los miembros de la clase alta americana.

El narrador es un joven profesor que llega al colegio y queda fascinado por la personalidad del Rector. Su diario, junto con algunos apuntes y conversaciones con diversos presonajes que han conocido a Prescott en diferentes momentos de su vida (colegas, antiguos alumnos, una hija), van configurando un relato con visiones parciales interesantísimas.

La lectura se sigue bien, pero la personalidad del protagonista es profunda, compleja y en absoluto banal.

Resulta interesante ver los diversos modos de percibir a las personas y sus actuaciones, así como los motivos que impulsan a unos y otros a actuar ante un hombre con personalidad arrolladora.