Me ha impresionado uno de Mario Miguez. Poeta relativamente poco conocido.
Se titula Pasos. Está editado por Pre-textos.
No voy a poner la foto de la portada. Voy a escribir la primera poesía del libro.
Es un reflejo profundo de una conversión vital en la que muchas almas sensibles -quizá ya no jóvenes en edad- se verán reconocidas.
Yo oí en mi juventud
la risa del más joven de los dioses.
Sólo oía su risa, su rostro estaba oculto,
mas logró contagiármela en el alma
y logró seducirme.
Yo celebré la fiesta de Dionisios:
yo me ofrecí a beber mi propia sangre
y me ofrecí a sajar mi corazón
y devorarlo riendo, alegre en la locura
del dios que me excitaba,
no en mi propia alegría.
Me engañó la igualdad del sonido
y por eso creí, al entregar mi cuerpo,
que mi reír mortal era risa divina.
Pero alguien caminaba lentamente
en torno de nosotros. Y yo oía
su presencia y su calma,
sus pasos acercándose
mezclados con las risas de la fiesta,
cubriendo poco a poco
con su ritmo el desorden
y cada vez en más cerrado círculo.
Melquisedec venía muy despacio,
con un andar muy quedo, pero firme.
Sin palabras, sus pasos me esperaban.
Él también me pedía la entrega de mi sangre
y de mi corazón. Ya no para mí mismo,
tampoco porque un dios los reclamase,
sino para otros hombres,
otros hombres lejanos, de después de mi muerte,
cuyo dolor inmenso yo no conocería.
Abandoné la fiesta.
E intenté que el sonido de mis pasos
se uniera al de los suyos para siempre.
3 comentarios:
Me gustó pasarme....saludos.
ahhh la poesía...es que es un género difícil ¿no crees? no a todos gusta.
Bienvenido Patxi.
La poesía es difícil de leer a veces, pero hay algunas que reflejan perfectamente situaciones y sensaciones.
Siempre me ha sorprendido leer en libros de gente que ha sufrido aislamiento (por ejemplo en cárceles, o campos de concentración), lo que muchas veces los sostiene son poesías o canciones.
¡Algo tendrán!
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